MARQUES DE SADE


Conferencia de Julian44 en Second Life en la sala de charlas de Domus Aurea, 16.09.09


Buenas noches y de nuevo agradezco su presencia a otra de mis charlas, y ya van unas cuantas, en estos lugares dedicados al BDSM en español en Second Life.

Llevo dos años en SL y curiosamente no se habla mucho de una de las figuras más atractivas y polémicas de todo el panorama literario europeo. Donatien Alphnse François de Sade, más conocido como el Marqués de Sade.

El origen de la palabra sadismo está en él, al igual que el masoquismo se origina a partir de la obra de Sacher-Masoch, La Venus de las Pieles.

Obviamente no voy a referirme a toda la obra del Marqués de Sade, porque es extensa y no la he leído. Sólo me centraré en una de sus obras más conocidas, “Justine o los infortunios de la virtud”. Obra que ha sido llevada al cine siempre con desastroso resultado, especialmente la versión del premiado por la Academia del Cine Española, Jesús Franco.

Tampoco haré un resumen de la novela, eso lo pueden ustedes encontrar en internet o simplemente leyendo la novela. Utilizaré el texto para hacer y compartir con ustedes unas reflexiones sobre el BDSM y otras cuestiones muy relevantes que aparecen.

Bien, sin más preámbulos, comencemos.

A pesar de las prácticas sexuales que describe Sade en su obra, nos equivocaríamos rotundamente si viéramos en él a uno de los teóricos fundadores de lo que ahora se entiende por BDSM.

Todo aquel que quiera aprender lo que es el BDSM, no ha de leer al Marqués de Sade.

Todo aquel que quiera aprender técnicas de dominación orientadas al placer mutuo y consensuado, no ha de leer al Marqués de Sade.

Lo digo muy claro y muy contundente: El Marqués de Sade no tiene nada que ver con el BDSM y flaco favor se hace al BDSM si se toma su vida y su obra como referencia para el BDSM, excepto, claro está, si se sacan de contexto algunas de las escenas que narra.

Podemos tomar cualquier fragmento de la novela que comento, reinterpretarlo al gusto y modos del BDSM actual y recrearlas. Entonces sí. Por ejemplo la escena del convento. Intuyo que la novela Historia de O se inspiró en ese capítulo de “Justine”, e incluso el hotel que hay en Praga dedicado exclusivamente a Amas, OWK. Sólo ese capítulo sí le hace un precursor de lo que ahora se entiende por BDSM.

No obstante, todo aquel que quiera tener un rato de morbo o inspiración perversa para sus deseos ocultos y no desarrollados en el ámbito sexual, con la novela “Justine” no es que tenga un buen ejemplo, es que tiene toda una enciclopedia. No hay práctica sexual que no toque. Incluso el vampirismo.

Pero de nuevo nos equivocaríamos si vemos esta novela sólo como un compendio de prácticas morbosas.

Si leemos la obra del Marqués de Sade teniendo en cuenta el contexto histórico, político, religioso, jurídico y moral en el que el Marqués de Sade vivió y escribió, tomarlo como una referencia para el BDSM es tergiversar el sentido y significado de esta novela.

Sade parte de 4 premisas básicas que impregnan toda la novela y es la visión del mundo de los libertinos y perversos con los que tendrá que bregar la protagonista Justine:

1ª. La sociedad es una lucha de todos contra todos compitiendo por su propio interés. En consecuencia eso que llaman virtud, buenos sentimientos, compasión, ayuda mutua, generosidad, etcétera, sólo se produce si y sólo si es compatible con el interés propio, individual y egoísta de cada uno.

2ª. El valor de las personas depende de lo que pueden intercambiar con otras. En consecuencia la persona que no tenga nada que ofrecer, nada que poder intercambiar, será despreciada, marginada, no encontrará ayuda de nadie.

3ª. La satisfacción de los deseos está por encima de toda ley, norma, creencia o educación. En consecuencia los perversos justificarán sus actos como un ajuste a como la naturaleza les ha creado.

4ª. Los derechos provienen del más fuerte. En consecuencia los débiles, principalmente las mujeres, lo único que pueden hacer es someterse porque la naturaleza no ha creado la igualdad de condiciones entre los seres.

No se asusten, dos siglos antes Thomas Hobbes ya había establecido los fundamentos del Estado moderno sobre estas premisas y un contemporáneo del Marqués, Adam Smith, en su obra “La Riqueza de las Naciones”, creó la ciencia económica sobre los mismos presupuestos de lucha, competencia y egoísmo.

Mandeville había escrito antes que Adam Smith la obra “La Fábula de las Abejas” en el cual presentaba una sociedad de seres viciosos y egoístas que curiosamente, al contrario de lo que pudiera decir la moral cristiana, esos vicios generaban beneficios públicos. La teoría económica de Adam Smith debe mucho a Mandeville. En realidad estos son fundamentos esenciales de nuestra sociedad actual, aunque no los únicos, afortunadamente. El Marqués de Sade no hace sino reproducirlos en el ámbito de la trasgresión y las pasiones sexuales.

Sade fue un libertino durante una parte de su vida, es verdad, pero su vida no fue ni mucho menos placentera. Pasar 30 años en cárceles nauseabundas y haber estado en la lista para ser guillotinado no es precisamente algo placentero.

La obra literaria del Marqués de Sade sí tiene que ver con el sadismo.

Pero OJO, no ese sadismo sano, seguro y consensuado del BDSM en el cual se divide el cuerpo según las partes que pueden ser azotadas y las que no pueden ser azotadas, para evitar lesiones; ni ese sadismo en el que se clasifican las disciplinas según la función sensitiva que provocan en la parte del cuerpo a azotar.

NO. El Marqués de Sade en la novela “Justine” no habla de algo consentido ni consensuado, ni habla de palabras de seguridad, ni de límites a respetar, ni de protocolo a seguir, ni de tiempos o ritmos.


El sadismo del que habla el Marqués de Sade es de la peor calaña. Es ese sadismo en el que una persona disfruta del sufrimiento de otra sin importarle su situación ni su condición. Ese sadismo de obtener beneficios de las personas débiles o en una situación de debilidad. Es ese sadismo en el que una persona eleva y refuerza su autoestima no por sus propios actos, capacidades o valía, sino por la humillación, vejación y sometimiento a otros.

Sade habla de la explotación de los ricos a los pobres; de que la riqueza de los ricos se basa en la dominación a los pobres. Habla de personas sin escrúpulos que se aprovechan de otras que carecen de recursos económicos para subsistir y de derechos con los que defenderse. Habla de la complicidad de los acompañantes o amigos de los ricos, pobres también ellos, para defender al rico a costa de la miseria de otros pobres que aspiran a unas condiciones de vida mejores. Habla de un Estado político y un gobierno que no se preocupa de los súbditos sin recursos económicos. Habla de un mundo en el que la virtud siempre cae derrotada ante la maldad.

¿Y la compasión? Según los libertinos de la novela no es más que otro sentimiento egoísta.

Obviamente algo demasiado real, demasiado habitual a lo largo de la historia, demasiado preciso en la descripción del ser humano. De una parte muy destacable del ser humano habría que matizar.


Decir que ese rico hacendado tiene su próspero negocio y su reputación social gracias a que ha robado a otros; o ha pagado bajos salarios; o ha dado trabajo a chicas jóvenes a cambio de sus favores sexuales, era demasiado trasgresor para su época.

Decir que ese banquero es rico gracias a la usura era demasiado trasgresor para su época.

Decir que ese pío, caritativo y generoso sacerdote sólo acogería en la parroquia a la inocente Justine si a cambio ella se convertía en su amante, era demasiado trasgresor para la época.

Poner en boca de un hombre rico argumentos en contra de la existencia de dios, coincidentes con los del jefe de unos rufianes, y que, además, este honorable señor sea homosexual, era demasiado trasgresor para la época.

Describir hasta el detalle más minucioso el execrable comportamiento de un pederasta y cómo ese pederasta justifica el incesto basándose en que el padre ha dado la vida a los hijos, por lo tanto puede usar a la hija como le plazca, era demasiado trasgresor para la época. Dicho sea de paso, cuando salió la noticia hace unos meses que conmocionó a toda Europa de ese padre, en Viena creo recordar, aunque no estoy seguro ahora, que tenía secuestrada a su hija en el sótano de su casa y la violó y abusó de ella durante muchos años, eso mismo lo describe el Marqués de Sade en la novela Justine. LO MISMO.

No es de extrañar entonces que el Marqués de Sade fuera perseguido y censurado.

De verdad siento defraudarles, pero insisto en que el Marqués de Sade es otra cosa. Quien lea la novela “Justine” desde la perspectiva, no ya sólo del BDSM, sino desde la perspectiva de una novela erótica no se está enterando de nada.

Ahora bien, como he dicho antes se pueden extraer escenas y descripciones de la novela que son perfectamente sesiones de BDSM.

Aparte del ejemplo del capítulo del convento también se puede hablar cuando Justine se escapa de la cárcel y se integra, por la fuerza y coerción y necesidad de salvar su vida, en una banda de ladrones. Ella es sometida por los 4 bribones a juegos sexuales que incluye una lluvia dorada, aunque sin penetración por ninguno de los 4. Esa escena podría ser el claro ejemplo de un castigo humillante a una sumisa. Y hay más de ese estilo en la novela.

La diferencia obvia entre el BDSM y la coerción es la voluntad libre y elegida de la sumisa o el sumiso a someterse a esas prácticas. Justine no eligió eso, sino que fue forzada a hacerlo, con lo cual entramos en el terreno del delito, línea a veces demasiado fina y peligrosa en algunas relaciones BDSM.

Pero si lo que le interesa al Marqués de Sade desde el punto de vista filosófico, moral y político es mostrar que las personas buenas acaban siempre en la desgracia y la virtud es vencida por el mal, ¿por qué elige Sade la opción de la descripción de esas perversiones sexuales? Para expresar que el mal vence al bien no es necesario acudir a esa profusión de detalles, a esa violencia, a esa depravación moral sin freno. Platón ya lo escribió en la Grecia clásica.

Aquí entonces encontramos, desde mi punto de vista, dos discursos en la obra de Sade que se van desarrollando y exponiendo en la propia acción de los personajes.

Por un lado está el discurso moral, la crítica a la sociedad de su tiempo. Esa crítica a la alta sociedad, que enseña virtudes y obliga al pueblo a ser virtuoso, honrado y creyente en dios. Sin embargo los que preconizan la virtud, políticos, aristócratas, hombres de negocios, sacerdotes, jueces, damas de la corte, no son en ningún caso personas virtuosas, sino todo lo contrario: bárbaros depravados que usando su prestigio, su educación, sus formas de etiqueta, su comportamiento refinado y su clase social cometen día a día en su vida cotidiana las más infames vejaciones a los dominados, sean vejaciones laborales o económicas, como vejaciones morales o sexuales. Todo ello apoyado en un ordenamiento jurídico que defiende y mantiene sus privilegios.

Por otro lado está el discurso libertino. La liberación del ser humano a través del sexo y el placer. Sade es consciente de que con la descripción exhaustiva de esas prácticas, de todas las prácticas habidas y por haber, ataca la moral puritana y las prescripciones religiosas de su época. También aquí el Marqués de Sade ejerce de crítico implacable a la sociedad de su tiempo. Y de la nuestra, habría que añadir.

¡Qué le importará al Estado, a los jueces, al vecino, lo que alguien haga en la intimidad de su alcoba! Siempre y cuando, obviamente, sean actos hechos por la propia libertad y voluntad individual y responsable.

No obstante también es necesario hacer una crítica a este discurso libertino de Sade. Por mucha que sea la libertad sexual y por muy beneficiosa que sea la crítica a la moral convencional y hegemónica a través del placer, la libertad sexual también tiene límites. Pongo dos ejemplos: uno la escena de pederastia del cirujano Rodin, que sólo acogía a niños y niñas guapos entre 12 y 16 años, a los cuales azotaba con gusto y desenfreno. Y otro cuando ese mismo personaje justifica y defiende el incesto. Todas la culturas del mundo a lo largo de la historia han castigado el incesto. Todas. Sinceramente, no creo que los seres humanos sean tan depravados como lo expone el Marqués de Sade. Por otro lado no creo que abusar de niños adolescentes o tener secuestrada a la hija sea moralmente correcto. Sade se sumerge en todas las pasiones ocultas y reprimidas por la sociedad y la moral hasta límites insospechados.

Posteriormente Freud desarrolló toda tu teoría psicológica desde el estudio de las pasiones, algo que ha tenido y tiene todavía una enorme influencia en multitud de aspectos, entre ellos la publicidad y el desarrollo de la sociedad de consumo.

Si eres capaz de dominar y controlar los deseos más profundos de una persona, eres dueño de esa persona. Toda una teoría de la necesidad, de la dependencia y del poder basada en el control de los instintos primarios.

No nos engañemos, el BDSM se basa en esto. Otra cosa distinta es que el BDSM tenga límites. Quien no ponga o no sepa poner límites en una relación BDSM no sabe dónde se está metiendo.

Pero independientemente de lo que he señalado hasta ahora, hay un asunto mucho más importante en la obra de Sade. El principal valor de su obra, donde es verdaderamente brillante, la razón por la que perdura en el tiempo y se puede leer con una actualidad demoledora, está en la exposición de los sofismas de los personajes.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua un sofisma es una “razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”.

La desgracia de la protagonista de la novela no está en ser una persona pobre y desvalida, que ya bastante duro es de por sí; y que al ver su belleza, juventud y debilidad todos abusan de ella, sino en su capacidad para descubrir los falsos argumentos de las personas con quien tiene la desgracia (valga la redundancia) de tratar.

Justine es una persona brutalmente inteligente y sensible, además de profundamente religiosa. Por otro lado, no es una persona sumisa, sino que defendiendo su dignidad se rebela constantemente ante quienes la atacan. Las características principales de la protagonista son su inteligencia y su rebeldía, y es precisamente esa inteligencia la que asusta a los demás. Detecta a la primera, incluso con un solo gesto, las ocultas intenciones que tienen los libertinos y los falsos argumentos con los que justifican sus acciones. Su error de estrategia está en decírselo a la cara, desmontar los falsos y capciosos argumentos ante alguien más poderoso que ella. Al verse descubiertos entonces se lo hacen pagar caro.

La lógica del mal y la perversión es aplastante y siempre vencerá a la virtud. No en el ámbito de la verdad, pero sí en el ámbito de los actos, obviamente con el recurso de la fuerza.

A lo largo de la obra se repite una y otra vez esta lógica: Si un rufián, da igual su clase social, se ve descubierto por Justine, el pensamiento que tiene el rufián es que, a la larga hay una probabilidad de que Justine le delate. Por lo tanto la consecuencia lógica es: o bien hago que Justine sea cómplice de mis fechorías, con lo cual no podrá delatarme ya que ella a partir de ese momento también es delincuente; o bien la acoso y la amenazo con la tortura, la cárcel o la muerte. Ella carece totalmente de defensa.

Para una mujer joven, guapa y pobre es imposible escapar de esta situación y va pasando de desgracia en desgracia, de perversión en perversión hasta su muerte. Realmente en el transcurso de la lectura de la novela uno se va inquietando, estremeciendo, enfureciendo incluso, pero no tanto por la práctica sexual que se describe o la vejación que sufre Justine, sino por el modo en que es coaccionada y los sofismas que utilizan los personajes.

Y esta, precisamente esta, es la mayor perversión que puede sufrir un ser humano, no las prácticas vejatorias concretas, que ya de por sí son horribles, sino porque esas prácticas no podrían ser realizadas si previamente no hay justificación de esos actos. Esta es la esencia del mal que critica el Marqués de Sade. Por eso la novela “Justine o los infortunios de la virtud” es más un libro de ética que un relato erótico. El valor de la obra del Marqués de Sade está aquí.

Hagan ustedes la prueba, descubran a alguien sus intenciones ocultas, díganselo a la cara, ya tienen ustedes un enemigo. No se les ocurra hacerlo en el lugar de trabajo ante el jefe porque correrán el riesgo de perder su empleo.

El acoso en el trabajo, el famoso mobbing, se basa en esta lógica. De hecho suelen ser las personas inteligentes y las más eficientes profesionalmente las que son víctimas del acoso laboral.

Se suele decir que el valor de una persona está en el cumplimiento de la palabra dada; es decir, que sus palabras se correspondan con sus actos. Se valora mucho a las personas que tienen esa coherencia entre palabra y actos. Sin embargo nos fijamos menos en cómo se justifican determinados actos. Habría que añadir entonces, como criterio de valor de las personas si la justificación de sus actos responde a la verdad o si esa justificación está basada en algo que nada tiene que ver con sus actos.

Si miramos la historia de los tiranos y dictadores, todos han sido coherentes en el primer caso, por eso han ganado votos y apoyo popular. Pero también, a la vez, todos los tiranos han justificado sus perversos actos con razones ajenas a lo que han hecho, presentando como bueno, lógico, natural e incluso científico cualquier barbaridad. No es de extrañar entonces la importancia que dio Hitler a su ministro de propaganda Goebbels.

No es el único caso en la historia ni en la vida cotidiana. Abogados y psicólogos se encargan de justificar jurídica o “científicamente” los actos de maquinación para alterar el precio de las cosas o de la pura y simple explotación laboral con argumentos de la eficiencia o el compromiso a la empresa.

Estas falsas justificaciones y sofismas están constantemente en nuestra vida cotidiana, de ahí el enorme uso de los eufemismos. En lugar de decir “chabola” se dice “construcción horizontal inestable”. En lugar de decir “está herido de muerte” se dice “tiene lesiones incompatibles con la vida”. En lugar de decir “usura de los bancos” se dice “alta tasa de interés” o “precio alto del dinero”. En lugar de decir “despido” se dice “reestructuración de la plantilla”.

Un ejemplo muy cotidiano, el fútbol. Cuando un equipo va mal y en rueda de prensa el presidente de ese equipo dice públicamente que ratifican al entrenador, que confían en él y que es un buen profesional. Es seguro que ese entrenador tiene los días contados. Y así sucesivamente.

Los personajes depravados de Sade justifican sus actos como fruto de su propia naturaleza, ellos son así y nada, ni leyes, ni religión, ni educación, ni convenciones sociales pueden cambiarles. Es el determinismo absoluto de la naturaleza cuyas pasiones vencen a la cultura y a la educación. La justificación principal de estos personajes es que no son dueños de su voluntad, por lo tanto continúan haciendo lo que les gusta por depravado que sea. Está en su naturaleza y personalidad y su comportamiento lo equiparan al que nace tuerto o tullido, lo ponen al mismo nivel.

Hay una ausencia total de responsabilidad moral en los personajes. Para colmo la única mala conciencia que aparece en la novela la tiene la víctima, Justine.

Claro, este es el gran sofisma de los tiranos. ¿Es posible eliminar la responsabilidad moral e incluso jurídica de la voluntad humana? NO, NO, NO y mil veces NO. Un ser humano no se comporta igual que un animal, aunque nunca haya ido al colegio.

Por eso insisto en que este es el valor de la obra del Marqués de Sade. Describe y se recrea, sí, en todo tipo de perversiones y prácticas sexuales, pero yo no consideraría al Marqués de Sade como un autor del género erótico, y mucho menos teórico del BDSM.

En realidad con Sade nos vemos ante un espejo. Un espejo demasiado real y cotidiano en el que se descubren muchas miserias del ser humano. Lógicamente el ser humano no es sólo así y la sexualidad, en este caso, el BDSM, no tiene por qué incluir el acoso psicológico. Pero el riesgo existe.

Luego cada uno es libre de practicar el BDSM como le de su real gana. Pero hay que saber que hay que poner límites; que hay que hacerlo con total conocimiento de la persona, estableciendo relaciones fuertes de confianza mutua; y que no es un juego de niños o un simple juego morboso.

¡¡ Qué ganas tengo de que desaparezcan de SL toda esa cantidad de pajilleros y pajilleras que dicen ser dominantes o sumisos pero desconocen totalmente el respeto y el amor que siente un Amo/a por su sumiso/a, o el amor y admiración que siente el sumiso o la sumisa con la entrega confiada a su Ama o Amo !!

Pero bueno, no me voy a cabrear, porque aquí estamos para divertirnos. Les recomiendo la lectura de esta novela, aunque aprenderán más del comportamiento del ser humano en la vida cotidiana que de BDSM.


julian44 Andrew